«Freddie Mercury: El Acto Final»
El próximo 29 noviembre, la BBC Two retransmitirá «Freddie Mercury: The Final Act», donde se documentan los últimos días de vida de Freddie Mercury, así como la posterior idea y organización del concierto homenaje en el estadio de Wembley en Abril de 1992
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Mientras el nuevo documental de la BBC se centra en la muerte del líder de Queen en medio de la epidemia de sida de los años ochenta y noventa, los realizadores entrevistan a Mark Beaumont y charlan sobre los sentimientos y el modo en que Freddie y los miembros de la banda afrontaron en secreto la tragedia ocultándosela a los medios de comunicación.
«Inside my heart is breaking, my makeup may be flaking, but my smile still stays on / Por dentro mi corazón se está rompiendo, mi maquillaje puede estar descascarillándose, pero mi sonrisa aún permanece». Cuando Freddie Mercury cantó esas líneas desgarradoras en el vídeo de «The Show Must Go On» en octubre de 1991, acompañado de imágenes de archivo de toda una vida de actuaciones incendiarias como incomparable líder de Queen, pocos fans y la prensa imaginaron lo que iba a suceder. Habían visto lo frágil y delgado que se veía en el vídeo de «These Are the Days of Our Lives» el mes anterior, pero no cómo había luchado para mantenerse de pie durante el rodaje y la grabación del último disco. Tampoco podían saber que su típica voz grandilocuente era emitida a golpes de alcohol (Vodka), apoyado contra el micrófono y apenas capaz de moverse. «Lo afrontaré con una sonrisa», enfrentándose a la luz que se extinguía, «nunca me rendiré, que siga el espectáculo».
«Cuando llegó no estaba en buen estado de salud», recuerda el guitarrista de Queen, Brian May, sobre la grabación de la canción en 1990, en el nuevo documental de la BBC. «Le costaba caminar, incluso le costaba sentarse. Dijo: ‘Trae el vodka’, se sirvió un trago, lo derribó y luego se volvió a levantar, volvió a derribar otro vodka y entonces fue a por él. Esas notas salieron de él y no sé de dónde salieron».
Cuatro semanas después del lanzamiento del single, y tras 20 años como uno de los más grandes y queridos frontman del rock y la icónica voz de «We Are the Champions», «We Will Rock You» y «Bohemian Rhapsody», Mercury se despidió. Se negó a tomar más medicamentos y, con sólo 45 años, se retiró a su casa de Kensington con un grupo de amigos para morir. Los que estuvieron presentes durante esas dos últimas semanas en privado -entre ellos su novio Jim Hutton, su ex pareja Joe Fanelli, su asistente personal Peter Freestone y Dave Clarke (de los Dave Clarke Five) describen como lo bajaron, totalmente débil y casi moribundo, para ver su colección de arte por última vez antes de que falleciera, el 24 de noviembre, hace 30 años esta semana. Anita Dobson, la esposa de May, recuerda que él le dijo: «Cariño, cuando no pueda cantar más, me moriré, caeré muerto”. Cuando había cantado todo lo que podía cantar, se retiró y se preparó para morir.
Como la banda temía la intromisión de la prensa y el estigma de lo que se denominaba una «plaga gay», la naturaleza de la enfermedad de Mercury (VIH/SIDA), supuestamente diagnosticado en 1987, sólo se reveló públicamente 24 horas antes de su muerte. Era un secreto muy bien guardado en su círculo íntimo desde hacía tiempo. Sus compañeros de banda no habían expresado sus sospechas, preocupados por las marcas que aparecían en su piel, sus viajes cada vez más frecuentes para recibir tratamiento y su reticencia a salir de gira tras los mayores espectáculos de la carrera de Queen en el estadio de Wembley y en Knebworth en 1986, hasta que Freddie les confirmó sus peores temores durante una breve reunión en Montreux.
«Habíamos hecho la mayor gira de nuestras vidas y fue un gran éxito y estábamos muy contentos, y Freddie dijo: ‘No puedo seguir haciendo esto'», explica May en el documental. «Le vimos desaparecer y volver con esas quemaduras en la piel. No nos gustaba preguntar porque quizá no queríamos saberlo, y eso duró muchísimo tiempo… Freddie en ese momento seguía lleno de energía pero había señales de que algo iba mal. Queríamos pensar que era otra cosa, tal vez relacionado con su hígado o algo así. Había un cierto grado de autoengaño. Al final se hizo bastante evidente».
Fuente: independent.co.uk
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